
Pero la muerte gira metálica con el aleteo espasmódico de los insectos
Y el destino cruje y agoniza agobiado por el calor y la sangre que se derraman sobre la tarde de julio.
Tú duerme sobre las hebras del paisaje, hogar de la duda, aridez que se dobla despacio, arqueando su cuerpo de piedra.
Mejor duerme
Que te arrulle el rechinar del óxido dispuesto por el tiempo entre las bisagras de los segundos.
Ausculta la tierra para rastrear los pasos de la sombra que huye despierta.
Parpadea.
Aún parpadea la presencia pálida de los guardianes
Ahí están
Hebras o fosfenos
Ahí están
Las pinceladas imperiosas de un pintor ciego.
El sol
Cuerpo renovado que gira lento en pirueta mortal
Ya
Dios está en el movimiento
En el espacio que se encierra entre paréntesis, entre los párpados de un tú durmiente, cuando el silencio existe como certeza, como accidente.
Existe
Como el silencio existe
Una certeza, un accidente
Como el agua que huye hacia el centro piso, buscando el mar, buscando el movimiento
Unánime presencia en oleaje
Y tu nombre tendido sobre el césped.